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El Salón de la Fama del golf, conocido cariñosamente como «Chi Chi» Rodríguez, falleció el jueves a la edad de 88 años, dejando tras de sí un legado vibrante tanto dentro como fuera de los campos de golf. Su partida fue anunciada por Carmelo Javier Ríos, un senador de Puerto Rico, lugar de origen de «Chi Chi», quien no ofreció más detalles al respecto.
El legado de «Chi Chi» Rodríguez
Con una carrera profesional que abarcó décadas, «Chi Chi» Rodríguez fue mucho más que un golfista; fue un showman en el green, conocido por sus «travesuras» y una historia de superación que lo convirtió en uno de los golfistas más queridos y populares. «La pasión de ‘Chi Chi’ Rodríguez por la caridad y su compromiso con las comunidades fueron solo superados por su increíble talento con el palo de golf», afirmó Jay Monahan, Comisionado de la PGA, en un comunicado. Destacó también su personalidad vibrante y colorida, tanto dentro como fuera del campo, asegurando que será profundamente extrañado en el PGA Tour.
Una vida dedicada al golf y a la comunidad
Nacido como Juan Antonio Rodríguez en Río Piedras, Puerto Rico, fue el segundo de seis hermanos. Desde pequeño, ayudó a su padre en los campos de caña de azúcar, un terreno que hoy es parte de la urbanizada San Juan. Rodríguez aprendió a jugar al golf usando latas como bolas y un palo hecho de una rama de guayaba antes de trabajar como caddie. Servir en el Ejército de EE.UU. desde 1955 hasta 1957 le dio la disciplina que más tarde aplicaría en el PGA Tour, donde se unió en 1960 y ganó ocho torneos en una carrera de 21 años.
Un espíritu inquebrantable
Su primer triunfo llegó en 1963 en el Denver Open, y su última victoria fue en el Tallahassee Open en 1979. Sin embargo, «Chi Chi» fue aún más famoso por sus celebraciones únicas en los fairways, incluyendo su famoso movimiento de espada con el palo, conocido como «su rutina de matador», y sus bailes de salsa tras un birdie. Incluso después de ser hospitalizado por un ataque al corazón en 1998 y su posterior recuperación, Rodríguez regresó a competir por un par de años, aunque gradualmente redujo su participación para dedicarse más a actividades de caridad y su comunidad. En sus últimos años, pasó más tiempo en Puerto Rico, dejando atrás una esposa y una hija.
La comunidad del golf y Puerto Rico han perdido a un icono, pero el espíritu vibrante y la pasión de «Chi Chi» Rodríguez por mejorar el mundo a través del deporte y la caridad permanecerán como un legado perdurable.
- Fuente 1: Revista Golf Latino
- Fuente 2: Periódico El Nuevo Día de Deportes
- Fuente 3: Entrevistas con expertos en golf por Juan Pérez
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